El 21 de junio de 1942 muere en Madrid (España) el militante cenetista y resistente antifranquista Agustín Remiro Manero (Mangon). Había nacido el 28 de agosto de 1904 en Épila (Zaragoza, Aragón, España). Hijo de una familia campesina con numerosos hermanos, a los 10 años pudo asistir a la escuela, pero siempre fue un apasionado lector. Se afilió en la Sociedad de Obreros Azucareros y en la Sociedad de Obreros del Campo y de Oficios Varios de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) 1919 movido por los relatos del asesinato legal de Francisco Ferrer Guardia y de la Semana Trágica. En 1925 ingresó en el Ejército y sirvió dos años en África, donde se mostró rebelde y por ello enviado a un batallón disciplinario que combatió en los más duros momentos de la guerra contra Abd el-Krim. De vuelta en Épila, creó un grupo anarquista y desarrolló una extensa labor orgánica clandestina. Derribado Primo de Rivera, fue uno de los militantes más destacados de la CNT y alcanzó popularidad en la cuenca del Jalón (charlas, mítines con Ascaso y Ballester, etc.).
En 1932 participó activamente en la huelga de la fábrica azucarera del Jalón en Épila, que tuvo como resultado dos muertos y varios heridos, desde la secretaría de la Comarcal de CNT. Ese mismo año estuvo presente en el movimiento revolucionario de diciembre y su boda civil fue el primero de Épila. En 1934 dirigió la construcción del local de la CNT de su pueblo y el año siguiente rechazó las ofertas de los caciques zaragozanos que le ofrecían ser el jefe provincial de la Falange. Con el golpe militar de julio de 1936 le coge segando de jornalero en Used y se trasladó a Épila, pero vencida la resistencia obrera, el 26 de julio cruza el Ebro, se junta con otros fugitivos y agosto llega a Tardienta , ya en zona republicana. Se incorporó a la Columna Durruti como responsable de la XI Centuria y más tarde en la Columna Ortiz, y con el grupo de Gallart (La Noche) realizó infinidad de operaciones en terreno enemigo dirigidas a facilitar la huida de quien había quedado cercado en Zaragoza. Fue responsable del grupo Los Iguales, con Cayetano Continente y Juan Bautista Albesa, especializado en sabotajes (puentes, vías férreas, grandes infraestructuras) y en rescatar prisioneros, que actuó en septiembre en la zona de Fuendetodos y meses más tarde en la Columna Carod-Castán (118 Brigada de la 25 División). Luchó en la ofensiva sobre Zaragoza, en la toma del vértice geodésico de Sillero y en las batallas de Belchite y de Teruel (1937), y después de la toma de esta ciudad, marchó con su grupo en Valencia. Perdido Terol, combatió en Cedrillas.
Hundido el frente y partido en dos el territorio republicano al caer Vinaròs a manos franquistas, restó zona catalana, donde a petición del jefe del Ejército del Este (Pérez) accedió a formar y comandar el Batallón de Ametralladoras C (Batallón Remiro), compuesto por 470 hombres, en su mayoría guerrilleros y voluntarios aragoneses, y que intervino en numerosas acciones especialmente en el frente de Lérida (Tremp, Sort y Balaguer). Herido en las luchas del Vértice Esplá el verano de 1938, fue operado en la Seu y después vendría el exilio galo y su internamiento en los campos de Argelès-sur-Mer y Mazères. Huyendo de los campos de concentración hizo contacto con Francisco Ponzán Vidal, Joan Catalán y Laguarta, y con ellos llevará a cabo numerosas operaciones de salvamento de personas comprometidas en España - llevó a Francia los primeros delegados de Esteve Pallarols de la CNT. Cuando estalló la guerra mundial, a petición de Ponzán, aceptó en marzo de 1940 colaborar con los aliados en la Red Pat O'Leary para combatir los alemanes en España (agente núm. 3.004 del MI-6, Servicio Secreto Británico ), realizando varias misiones como correo y enlace y facilitando la evasión de personas en peligro (judíos, políticos antifascistas, pilotos abatidos de la RAF), al tiempo que trabajaba activamente en la organización confederal, directamente ligada al Comité Nacional de la CNT , y en la lucha antifranquista.
El 23 de enero de 1941, efectuando un servicio de correo para los británicos, después de cruzar la frontera desde Pontevedra, fue detenido por la Policía de Vigilancia y Defensa del Estado (PVDE) salazarista en Portugal y entregado a las autoridades franquistas tres días después en Valencia de Alcántara (Cáceres). Condenado a muerte en Consejo de Guerra en Madrid el 27 de abril de 1942. El 21 de junio de 1942 intentó evadirse de la prisión madrileña de Porlier con otros condenados, pero descubierto por los guardias alertados por unos vecinos una vez saltada la tapia, resultó gravemente herido por sus rasgos, a pesar de todo, consiguió llegar hasta a una casa cercana donde se escondió, pero cuando vino la patrulla, viéndose sin escapatoria, se suicidó saltando por una ventana desde un cuarto piso, estrellándose mortalmente contra el suelo. Nueve días después de su «ejecución», Capitanía General le conmutaba la pena de muerte por la inferior en grado. Dejó escritas unas memorias en verso. En 2006 el Ayuntamiento de Épila y la Diputación Provincial de Zaragoza publicó póstumamente, en 2006, el libro de Antoni Téllez Solá, Agustín Remiro. De la guerrilla confederal a los servicios secretos británicos.
Nos cuenta Nuestro Amigo Joaquín Sobreviela Alonso: Nunca se le hizo, ni se le ha hecho Justicia a Agustín Remiro Manero, un líder sindicalista, como pocos un heroico, "dinamitero" que alcanzó, por méritos de guerra el grado comandante del Ejército Republicano, y que una vez perdida la guerra, sus fuertes convicciones le impidieron rendirse y siguió salvando vidas de los aviadores franceses, que caían abatidos en la Francia ocupada y los pasaba por los pirineos al golfo de Vizcaya desde donde eran enviados de nuevo a Inglaterra, para seguir combatiendo, que se le aplicó, una vez detenido, la triste y funesta "Ley de Fugas" en la prisión de Potiers en Madrid, después de que fuese condenado fuese condenado a muerte por un Tribunal de Guerra, irónicamente acusado de rebelión (cuando no hizo sino defender la República de los que de verdad se rebelaron contra ella) y además de negarle los avales, varios de los fachas que salvó de morir, entre ellos dos sacerdotes y caciques, Que injusta es la vida. Es un Epilense ilustre, que merecí estar en el recuerdo permanente de su pueblo. En el libro también e recoge las penurias que pasó su esposa y sus hijos, que fueron embargados sus bienes y tuvieron que exiliarse del pueblo, creo que rehicieron sus vidas en un un pueblo de la ribera del Ebro, quizás Fuentes de Ebro. En la presentación del libro y en lo que quiso ser un emotivo homenaje a su memoria, asistieron su hijo e hija y algunos nietos. Muchos ancianos de Epila, de uno y otro bando de la guerra, que ya no están con nosotros, me hablaron siempre muy bien de él, de su sentido del honor y de la justicia, de ser un hombre integro que cumplía su palabra, era un buen y justo negociador de los trabajadores en la Azucarera, siempre que pudo evitó huelgas, por su carácter negociador, y hombre de paz, en alguna ocasión salvó al Director de la CIA (Azucarera) de alguna paliza por parte de trabajadores exaltados. cuando su Consejo de Guerra, pidió avales a quien podían hablar en favor de él, como hombre íntegro que no tenía delitos de sangre, a uno de los que pidió ayuda por carta a ese Director de la Azucarera, y nunca se molestó en escribir unas líneas en su favor, después de que le fuese aplicada la ley de fugas (asesinado vilmente), algún sacerdote de los que salvó de morir en la guerra, le avalo, y un terrateniente de la zona de Belchite, al que salvó de ser ajusticiado también hablo a su favor, , le conmutaron la pena de muerte, ya era tarde.
También nos cuenta Nuestro Amigo Mariano Remiro Monteagudo: Agustín Remiro Manero, vivió, luchó y murió, por una justicia social, para todos, los más débiles o desfavorecidos. Concretamente el, no necesitaba, nada de nadie, gracias a su corpulencia física, y gran valía, para todos los diferentes trabajos, que realizó, apoyando siempre a los demás, compañeros. Por su edad no hubiera ido a la guerra, su padre le aconsejo, poner 30.000, o 40.000 cepas de viña en el término de monegré, donde tenían esa cantidad de tierra, que se olvidará de la política, no consistió, con lo que se valió el vino, los años siguientes, por la II Guerra Mundial. En exilio llevaba el billete para coger el barco a México, lo regalo. Siguió luchando por la libertad hasta su muerte. La mejor descripción de Agustín, la tienes en un libro, que se titula Clandestinos, dedicado a todos que lucharon, por la República después de la Guerra Civil, vienen varias páginas dedicadas al personaje, terminaba diciendo, muerto Agustín Remiro, no quedó en España, una persona con tantos valores morales como tenía el. Yo tenía la misma opinión que tu respeto al director, D. Benjamín Tous, sus hijos me informaron que si que mandó, el informe favorable para el. El labrador que nombras era de Uset. Lo que ocurrió, en el juicio o consejo de guerra que tu dices, no le pudieron imputar en delitos de guerra, se desplazaron a Madrid, muchos del pueblo para asegurarse, que le condenará, tratándole de lo peor, a lo que los jueces, decían este hombre es un hombre de bien, hicieron desaparecer los avales, para poder condenarlo. Una vez muerto a las pocas semanas, le otorgaron cadena perpetua, no pena de muerte, eso para limpiarse las conciencias. Te contaría muchas cosas, será en otro momento. No fue catedrático como el insigne Gaspar Remiro, ni gobernador civil franquista y jefe provincial del Movimiento como Gil Sastre, ni militar profesional como García Gómez o el golpista Joaquín Esponera, pero fue un trabajador, líder sindicalista y destacado combatiente antifascista, que cayó en defensa de la libertad. No era de alta cuna como los anteriores, pero fue uno de los personajes más importantes de la historia del siglo XX Épilense. Y se merece una calle mucho más que varios de los citados anteriormente, que ni siquiera nacieron en el pueblo.
Nos cuenta Nuestro Amigo José Luis Hernández: El terrateniente para el que trabajaba era de Used, se llamaba Ibáñez (podria ser de la familia Ibáñez de Bernabé). La sublevación del 18 de julio le pilló allí junto con otros epilenses y se volvieron a Epila. El resumen e introducción es de Manolo Ballarin y la portada y contraportada mías (junto con un montón de notas y varias fotos) Los documentos del archivo de Salamanca los consiguió otro historiador epilense, Francisco Lázaro. Los tres junto con el entonces concejal, Fernando Ondiviela, nos desplazamos a Perpiñán a buscar el libro escrito por Antonio Téllez.Fue una aventura porque llevaba años con la idea de investigar sobre Agustín Remiro ya leer un libro de Antinii Téllez sobre otro guerrillero más conocido y reconocido por los Aliados como era Francisco Ponzán Vidal , leí que tuvo que acortar el libro dejando inédita la parte de Remiro. Un trabajo coral con el apoyo del Ayuntamiento de Épila. El pobre Antonio Téllez historiador del movimiento anarquista y que no conoció personalmente a Agustín Remiro, falleció antes de que se publicase el libro que se pudo presentar en Épila el 9 de junio del 2006. Fue un acto lleno de emociones ya que era el primer reconocimiento que se hacia en Epila a los represaliados por los golpistas. Asistieron los hijos y nietos de Agustín. Su hijo mayor Manuel falleció el año pasado, su hija Bienvenida vive. En el libro no pudimos aportar el informe de la fuga que me llegó después de la publicación y que ratifica lo que decían las fuentes orales.
(Revista Tiempo de Historia, 20 Noviembre de 1976)