jueves, 7 de junio de 2018

17 de Mayo 1798. Los Hermanos Agustín y Manuel Sobreviela

Sobreviela, Manuel. Épila (Zaragoza), m. s. XVIII – Lima (Perú), 7.V.1803. Misionero franciscano (OFM) del convento de Ocopa.
Nació en Épila, arzobispado de Zaragoza, y de la provincia franciscana de Aragón. Se embarcó en Cádiz el día 9 de febrero de 1784, llegando a Ocopa el 11 de junio de 1785. Fue el padre Francisco Álvarez de Villanueva quien llevó al padre Sobreviela desde España, junto con otros célebres misioneros de Ocopa.
  En el mes de julio de ese año, salía para explorar el Mayro con el intendente de Tarma. Pero habiéndose frustrado la entrada en Huánuco, pasó por orden de sus superiores, y a instancias, a visitar toda la intendencia, dividida en ocho partidos, de todos los cuales sacó planes topográficos que se enviaron a la Corte de Madrid. Habiéndose empleado en este servicio del Rey hasta el 10 de febrero de 1787, fecha en que salió elegido guardián de Ocopa. Siendo guardián, abrió el camino desde Huánuco a Pueblo Nuevo y visitó personalmente las conversiones y Hospicio de Cajamarquilla en 1787. En 1788 hizo lo mismo con las de Huanta, en donde fundó las capillas de Maniroato y Quiempiric; luego las de Vitoc, Pucará y Collac. En 1789 abrió un camino a Monobamba y a Vitoc y fundó el pueblo.
  Al año siguiente, 1790, bajó por el río Huallaga hasta el Marañón y restauró las conversiones de Manoa, destruidas por la sublevación de los indios en 1766, dando muerte a diecisiete misioneros de Ocopa.
  Fundó los pueblos de Pachiza (1790) y Uchiza (1791), a orillas del río Huallaga. El gobierno le daba anualmente 6.000 pesos para su labor gracias a la cual las misiones de Ocopa alcanzaron a su máximo esplendor, aunque habría de durar muy poco tiempo, debido a los levantamientos y rebeliones que anunciaban ya la independencia del Perú. El padre Sobreviela contó con óptimos colaboradores, entre ellos un hermano carnal llamado Agustín y tuvo también el apoyo incondicional de intendentes y virreyes. “Los hechos que más glorificaron su nombre —dice el padre Izaguirre—, fueron sus proyectos y programas de colonización, la apertura de caminos, sus artículos en el Mercurio Peruano, publicación a cuyo renombre contribuyó eficazmente y por último el mapa del Oriente, que trabajó con los mayores cuidados que pudo y que produjo tan grata impresión en los hombres de saber, dentro y fuera del Perú”.
  Los padres Pallarés y Calvo describen hasta dónde llegó su labor misionera. Efectivamente, según el estado de Ocopa y de sus misiones que preparó el 12 de octubre de 1791, tenía a su cargo 103 pueblos de conversiones con sus capillas, 83 de los cuales estaban situados en las 26 islas y Tierra Firme de la provincia de Chiloé, y los 20 restantes en el virreinato del Perú.
  El número de religiosos bajo su gobierno ascendía a 85, de los cuales 50 estaban empleados en las misiones franciscanas del Perú y de Chiloé. Tenía 12 misioneros para que durante tres años recorrieran el arzobispado de Lima y obispado de Trujillo de entonces, predicando misiones populares. Cuando iba a emprender alguna expedición, se cercioraba primero de lo que ya otros habían escrito anteriormente, sobre todo de los informes y relaciones existentes en el Archivo de Ocopa. Además consultaba con personas que hubieran conocido la región, como repetidamente aparece en sus diarios. Luego él personalmente visitó todas las misiones que estaban a su cargo, comunicando este mismo espíritu a sus misioneros, sobre todo al padre Narciso Girbal. De ahí la frase muy consoladora para el padre Sobreviela y sus colaboradores del virrey La Croix al Consejo de Indias: “Estos documentos no dejan que desear en la materia, ellos presentan a la vista cuanto se puede apetecer para adquirir un perfecto conocimiento de aquel tan vasto terreno, lo que de él ocupamos y al pie en que se hallan las conversiones, como también los individuos destinados a esta tan benéfica obra” (Izaguirre, VII: 343). “Pero lo que le hace al padre Sobreviela, dice Raimondi, más acreedor a la consideración de los geógrafos, es el mapa que hizo de la región de la montaña, que lleva por título: Plan del curso de los ríos Huallaga y Ucayali, y de la Pampa del Sacramento”. Este notable trabajo salió a la luz pública por primera vez en octubre de 1791 en el célebre periódico limeño que publicaba la Sociedad de Amantes del País con el nombre de Mercurio Peruano, periódico que sirvió para propagar los conocimientos geográficos sobre el Perú en Europa. El mapa del padre Sobreviela tiene, pues, el mérito de haber sido el primero que se editó en Lima. En 1814 se hizo en Weimar una edición en alemán de este mapa, y más tarde, en 1830, el cónsul francés en el Perú, Amadeo Chaumette des Fossés, lo reeditó con algunas adiciones a base de los datos de los padres Girbel y Plaza.
  Existe otro mapa del padre Sobreviela (Izaguirre, VII: 104), titulado Plan que demuestra las fronteras de las montañas de Tarma y Huánuco y Valle de Vitoc, 1788.
  Por Hipólito Ruiz se conoce además un Plan del palacio destinado para baño de los Incas, 1786, situado en Huánuco Viejo y levantado por el padre Sobreviela.
  Los Diarios del padre Sobreviela están incluidos en la Historia de las misiones del padre Izaguirre. Hipólito Unanue resumió algunos de sus escritos en el Mercurio Peruano, y además publicó otro extenso escrito que no trae el padre Izaguirre, que viene a ser un resumen de toda la labor franciscana efectuada en el Perú, y se tituló “Varias noticias interesantes de las entradas que los religiosos de mi Padre San Francisco han hecho a las montañas del Perú” (1791).
  En el ministerio de relaciones exteriores de Lima (Fronteras, armario 13), existen algunas copias de los escritos del padre Sobreviela.
  En fin, Sobreviela juzgaba, y lo mismo pensaban otros excelentes misioneros de Ocopa, como el padre Álvarez de Villanueva, que las misiones no podrían progresar si no se unía la industria, el comercio y la apertura de caminos a la obra evangelizadora del misionero. No descuidó tampoco el padre Sobreviela el aspecto material del Convento de Ocopa, como lo atestiguan el padre guardián y el discretorio del 30 de julio de 1796: “En su tiempo se abrió la media naranja de la iglesia, que amenazaba ruina; se fabricaron varias joyas para la iglesia y sacristía; se reedificó la cocina con todas las oficinas correspondientes; se hizo una cancha para recreo de los religiosos; se sembraron nuevos alfalfares y se renovaron los antiguos; se fabricaron dos caballerizas; se estableció de nuevo la fábrica de sayaletas y jergas, con cuya obra ahorraba la comunidad más de 400 pesos anuales; se completaron en la librería (biblioteca) los tomos que faltaban y se le añadieron más de 1.700, sin entrar en esta cuenta las obras que se remitieron a los hospicios de Huanta, Huánuco y procuración de Lima; se hizo la cocinilla lata de la enfermería, con despensas y refectorio, y se fabricaron otras varias obras” (Izaguirre, VII: 12-14). Finalmente, lleno de méritos, murió el padre Sobreviela en Lima el día 7 de mayo de 1803.

Obras de ~: Diarios (ed. en B. Izaguirre, Historia de las misiones franciscanas y narración de los progresos de la geografía en el oriente del Perú, Lima, Tall. tip. de la Penitenciaría, 1922- 1929); “Varias noticias interesantes de las entradas que los religiosos de mi Padre San Francisco han hecho a las montañas del Perú”, en Mercurio Peruano (MP), III, n.os 80-81 (1791); “Instrucción para los padres fray Narciso Girbal, fray Buenaventura Marqués y fray Juan Dueñas y para los que les sucedieren en el establecimiento y progresos de las conversiones de Manoa y del famoso río Ucayali”, en MP, V, n.os 150- 151.
  
Cartografía: Plan del curso de los ríos Huallaga y Ucayali, y de la Pampa del Sacramento, en MP (1791) (ed. al. Weimar, 1814; ed. con adiciones de A. Chaumette des Fossés, 1830); Plan que demuestra las fronteras de las montañas de Tarma y Huánuco y Valle de Vitoc, 1788; Plan del palacio destinado para baño de los Incas, 1786.
  Bibl.: P. González de Agüeros, OFM, Descripción historial, Madrid, 1791; M. A. Fuentes, Biblioteca Peruana, t. I. Skinner- Henry: Voyages au Perou (1791-1794) par les PP. Manuel Sobreviela et Narciso Girbal, París, 1809; A. Raimondi, El Perú, t. II, Lima, La Opinión Nacional, 1874, págs. 416- 430; J. T. Medina, La imprenta en Lima, e Historia de la literatura colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta de la Librería del Mercurio, 1878; C. Busquets, Oración fúnebre pronunciada en las honras solemnes en sufragio del alma del reverendo padre Pío Sarobe, Jauja, 1910; B. Izaguirre, OFM (ed.), en Biografías de los padres Leonardo Cortés, Pío Sarobe y Juan Zulaica, Barcelona, Luis Gili, 1915; Historia de las misiones [...], op. cit., t. II; H. Unanue y M. Sobrevuela, Historia de las misiones de Cajamarquilla y reducción de las de Manoa, Madrid, 1963; J. M. Lienhart, El Perú, tierra de santos, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1964; J. Heras, Libro de incorporaciones de Ocopa, Lima, San Antonio, 1970; J. Amich, OFM, Historia de las misiones del convento de Santa Rosa de Ocopa, Lima, Ed. Milla Batres, 1975.
                Julián Heras Díez, OFM


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