lunes, 27 de abril de 2020

17 de Agosto. Virgen de la Buena Muerte de Épila

Virgen de la Buena Muerte en el Convento de la Inmaculada Concepción. Veneración a la Virgen como eficaz Auxiliadora de los agonizantes; el Papa siempre valoró y apoyó esta devoción, recogiendo el sentir cristiano sobre la necesidad de la mediación mariana en el trance final de la vida.
Épila siempre sorprendiéndome por las costumbres tan arraigadas que encierras detrás de tantas paredes, y aunque puedo desvelar la ubicación que se encuentra en la buena compañía de nuestras Hermanas Concepcionistas, las vestimentas de la Virgen delatan su lugar de recogimiento por ser sus colores el estandarte de sus Vidas..., Sus Almas llegan a tus pies para pedir el "tránsito" a la Vida Eterna de "alguien" cercano para que le libres del sufrimiento....


Convento fundado por los V condes de Aranda (D. Antonio Jiménez de Urrea y Dª. Luisa Padilla y Manrique, su esposa) con motivaciones no solo religiosas y contrarreformistas (ante el avance protestante), sino también claramente propagandísticas.

El proceso de fundación comenzó el 28 de octubre de 1621, cuando los condes manifestaron por escrito su intención de erigir un convento femenino en Épila dedicado a la Inmaculada Concepción. Tras expropiar la casa-palacio de D. Manuel González de Urrea (miembro de una rama secundaria de la familia Jiménez de Urrea) debido al dictamen de una comisión de visores que determinó ese emplazamiento como el más óptimo para levantar el cenobio, el 26 de noviembre de 1621 comenzaron a residir en la vivienda un número indeterminado de religiosas procedentes del convento de Nuestra Señora de Jerusalén de Zaragoza.

Una vez instalada la comunidad en Épila, el proceso de conformación de la institución se inició formalmente con la firma de la "Capitulación y Concordancia entre las autoridades franciscanas y los condes de Aranda" el 2 de febrero de 1622, documento en el que se establecían las distintas cláusulas a las que se comprometían ambas partes. Entre otros aspectos se acordó el tiempo de ejecución de las obras, la dotación económica anual que aportarían los condes para la manutención de la comunidad y la triple función de la iglesia asociada: como templo, como capilla palaciega y como mausoleo familiar. Finalmente, la fundación se hizo efectiva en marzo de 1622, año en el que comenzaron las primeras obras de adecuación mediante el levantamiento del muro perimetral.

Sin embargo, no sería hasta principios de 1624 que comenzó el verdadero proyecto de edificación con el levantamiento de la iglesia y la remodelación de la antigua vivienda de D. Manuel González de Urrea. Tras diversos motivos económicos y legales, las obras finalizaron con un año de retraso, poco antes del 24 de septiembre de 1628 (tal y como reza la dedicatoria del templo a la Virgen de la Inmaculada), inaugurándose el templo el 21 de octubre de 1629.

Aparentemente la comunidad no fue afectada por ningún hecho sobresaliente a lo largo de los siglos. Parece ser que Madoz la menciona en su Diccionario, aunque indica que se trata de un convento de "religiosos franciscanos"; esta alusión posiblemente se deba a un error, pues de los tres cenobios que llegaron a existir en Épila, dos ya no existían cuando hizo su investigación (de agustinos y capuchinos) y solo restaba el de franciscanas.

En la actualidad, la comunidad sigue activa en su emplazamiento original.

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