lunes, 30 de noviembre de 2020

10 de Febrero 1788. Épila, una muy viva cuna de Maestros Canteros


Épila ha gozado desde los tiempos remotos de Grandes Maestros Canteros y unas cuantas Canteras desde el propio núcleo urbano hasta en las tierras de Rodanas. Construyeron desde sus Murallas datadas desde la época del Imperio Romano hasta el siglo pasado, también sus Canteras y Maestros Canteros trabajaron por encargos para Personas o edificaciones de fuera de la Villa de Épila como por ejemplo:
Resto de las últimas Murallas de Épila que empezaron a retirarse en 1790

-El Puente de Piedra de Zaragoza, se cortaron 237 sillares en las canteras de Épila.
Puente de Piedra sobre el Río Ebro y detrás el Templo del Pilar. Zaragoza.
Finales del siglo XIX.

 -La Audiencia de Zaragoza o también conocido por El Palacio de los Condes de Morata de Jalón, también llamado Palacio de los Luna

 -La Fuente de Neptuno en Zaragoza también conocida por la Fuente de la Princesa

-Piedra del molino de Juan de Goicoechea
Integración de los restos del Molino de Goioechea en el Parque de Bruil (ca. 1965, Gerardo Sancho Ramo, Fondo fotográfico del Ayuntamiento de Zaragoza)
Épila con su Historia...¡¡
Nos cuenta Nuestro Amigo José Luis Hernández: Extraído del magnífico trabajo del historiador epilense Francisco Javier Lázaro Sebastián: La participación del turisonense Francisco Guarrax en la construcción del Convento de San Sebastián en Épila: " Respecto al empleo de la piedra, hemos de comentar la presencia de destacados maestros canteros u obreros de villa –designados en alguna ocasiones también como piedrapiquero especializados en el trabajo con la piedra, que eran naturales o habitantes de la villa de Épila y muy bien pudieron haber estado presentes en las obras de la iglesia conventual. Sobre todo, en el caso de Domingo de Aya, activo en los años sesenta del siglo XVI, como ha reseñado Ángel San Vicente, y también en el de Juan de Vidania para la década precedente. Así mismo, hay que hablar de la utilización de la piedra algecenya de las canteras de Épila para obras tan singulares como el palacio de los condes de Sástago o enblas reformas del Puente de Piedra de Zaragoza. La nómina de canteros originarios o vinculados a Épila se renueva en el siglo XVII con la dinastía de los Barbod, algunos de cuyos miembros participarán en las obras de remodelación del convento agustino efectuadas durante el gobierno del condado por parte de Antonio Ximénez de Urrea. Por último, cabe decir que como material complementario en la obra se sitúa el yeso o algez, pensado para el revestimiento de los elementos sustentantes de la fábrica.
Respecto a la fase última de las obras, tenemos algunas referencias sobre la solicitud de nuevos materiales a partir de la capitulación y concordia, fechada en febrero de 1573, entre Juan Pérez y Lope de Izaguirre, tejeros habitantes de Épila, y Martín Marín, del mismo oficio, vecino de Lumpiaque (Zaragoza), en la que se concierta la provisión de ochenta mil rejolas y veintemil tejas para el monasterio de San Sebastián que de presente se labra en Épila. El plazo de entrega culmina el 29 de septiembre, festividad de San Miguel, de ese mismo año pero, como sabemos, desde junio los frailes ocupaban ya las dependencias monásticas, con lo que materiales y las consiguientes obras debían estar, si no completamente, apunto de terminar. En cuanto a los precios, se pagaron 20 sueldos por cada mil tejas y 13 sueldos por cada millar de ladrillos. La acuciante necesidad de acabar las obras llevó a que ese mismo día se concretara otra capitulación y concordia con un nuevo tejero para la confección de más piezas: Bernad de Aguerrio, quien debía entregar un total de veinte mil tejas y cincuenta y un mil ladrillos.
  Una vez finalizadas las obras, se materializa una de las cláusulas entre uno de los intervinientes en las mismas, el citado Lope de Izaguirre, que además de proveer de tejas y ladrillos, debió de hacer lo propio con la cal, utilizada para el asentamiento de los materiales, puesto que éste se manifiesta en su derecho de recuperar los quintales de calcina que no ha sido utilizada los qualesde presente están al derredor de dicho monesterio, si bien no lo hace efectivo en ese momento."
-programa de Fiestas de 1978-
Guillermo Bernad Lorente, uno de los últimos canteros que trabajó ruejos de moler , molones (de las canteras de piedra de almendrón de la zona de la carretera de Muel, entrando al pueblo a la derecha cerca de El Paso y de la Dehesa de Los Esponeras), conos para moler oliva, adoquines ( de canteras de la Buitrera y Rompesacos y Loma Larga) y otros trabajos como las piedras esféricas que adornaban el murete de las escalinata que baja del palacio a la puerta de la Iglesia del Convento de Las Concepcionistas. Cuando las rompieron fueron sustituidas por otras de piedra artificial que sin las que se pueden ver en actualidad. Eran de piedra de campanil de las canteras encima de la ermita de Sta. María Magdalena. Este tipo de piedra también se empleó en la construcción de la Azucarera.
  Los adoquines de las canteras de Rodanas se bajaban en galeras hasta la estación para llevarlas en ferrocarril hasta Zaragoza y otros destinos. Guillermo Bernad con otros dos socios llevó las obras de adoquinar la carretera desde Épila hasta la de Madrid. El padre de Guillermo, Andrés Bernad Marzo, también fue cantero. Los ruejos los picaban en la puerta de su casa en el barrio bajo, frente a la carretería.
  Nuestro Amigo Manuel Ballarín Aured nos comenta:Mi padre trabajó haciendo adoquines desde los catorce años hasta la mili (1933). Sobre todo, en la Loma Larga, en Rodanas, a destajo. Por aquellos años, también fueron canteros los Bernad, conocidos como los "Zacarías".
  Nuestro Amigo Agustin G. Lázaro nos cuenta:...y mi padre. Trabajo con el suyo, mi abuelo Manuel García Sobreviela (que labró con sus manos la cueva donde vivió en el Cabezo de los Paños...), y con su hermano Ángel, siendo aún un niño, haciendo adoquines... Y luego en las canteras de piedra de cal para la azucarera, en Peña Dorada. Cuando ya era anciano y tenía demencia senil, lo asomé a la ventana, con un cristal negro a ver un eclipse de sol... De pronto, de manera casi mágica, se abrió una ventana de lucidez en su memoria y dijo, «como en Peña Dorada» y en lo de Natalio... Siempre he sentido una querencia ancestral por los canteros... Estoy seguro que, como Aureliano Buendia, «cuando esté frente al pelotón de fusilamiento» recordaré aquel remoto día en el que mi padre, con su sobrino Manolo, mi primo, provisto de sus avíos de cantero, le ayudó en la colocación de los barrenos cuando se dinamitaron las rocas para hacer los cimientos del nuevo Ayuntamiento... Aún resuenan en los oídos del niño que fui, el sonido de aquellas lejanas explosiones.
  Nos cuenta Nuestro Amigo Manuel Ballarin Aured: Hay una cantera de piedras de molino en la falda de Orchí y los zócalos de las viviendas de las Casas Baratas se construyeron con piedra de las canteras del Otero. Y muchas otras casas del pueblo.
Nos cuenta nuestro vecino Fernando Huerta Pelegrín: La torre-campanario de la Seo se construyó pero no quedó totalmente terminada conforme al proyecto ya que, le faltaban algunos detalles de ornamentacion. En el año 1788 se colocaron las estatuas que representan las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza sobre el cuerpo de la torre del reloj. Estás estatuas fueron esculpidas por el artista Joaquín Arabí, con piedras extraídas de la cantera de Épila por el cantero epilense Manuel Olavarría, cuya primera remesa de piedra la remitió a Zaragoza el 10 de febrero de 1788 en unas galeras. Aunque las esculturas puedan parecer pequeñas desde el suelo, miden 4.50 metros de altura y 1.80 metros de ancho. Persistieron hasta el año1910, cuando el desprendimiento de una piedra de gran tamaño obligó al cabildo a unas nuevas obras de reparación; las estatuas fueron desmontadas para hacerlas de nuevo con un modelo exacto al antiguo, cuyos moldes de madera fueron realizados por el tallista Luis Millán. El vaciado de las mismas se hizo con cemento francés, siendo las que vemos hoy día.
De un texto de Aurelio Moreno Urcola

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