sábado, 1 de noviembre de 2025

Quien era El Zarrampaña

¿..Quién era Zarrampaña..? La sombra del folclore de Épila 


En los pueblos del Valdejalón, y especialmente en Épila, aún se murmura el nombre de un personaje envuelto en misterio: Zarrampaña.
No aparece en los libros ni en los archivos oficiales, porque su historia vive en la voz de la gente, en los recuerdos transmitidos junto al fuego o en las noches de ánimas.
Dicen que el Zarrampaña era un ser alto y desgarbado, vestido con harapos y cubierto de polvo y ceniza. Su melena enmarañada y su mirada amarillenta daban miedo hasta a los más valientes. Algunos aseguraban que tenía dientes de caña o hueso, con los que mordía a quien se cruzaba en su camino.
Su presencia se notaba antes de verlo: el aire se enfriaba, los perros callaban y un silencio extraño lo anunciaba.
No era un simple monstruo. Para muchos, el Zarrampaña representaba el miedo a lo desconocido, un aviso para no salir de noche ni tentar al peligro.
Otros decían que era el alma de un hombre castigado, condenado a vagar por los caminos por haber ofendido a los difuntos.
Su leyenda forma parte del patrimonio oral aragonés, transmitida de generación en generación, y todavía hoy se recuerda en Épila, donde su nombre vuelve a escucharse en charlas, relatos y celebraciones populares.

🌑 Descripción final del Zarrampaña
El Zarrampaña es una figura nacida del folclore aragonés, un ser que habita en la frontera entre lo humano y lo sobrenatural.
Se le describe como alto, encorvado y cubierto de harapos, con el cuerpo tiznado de hollín y olor a tierra húmeda. Su cabellera larga y enmarañada, mezclada con ramas y polvo, oculta un rostro donde brillan dos ojos amarillentos que parecen encenderse en la oscuridad.
Dicen que su boca guarda dientes de caña o hueso, con los que sopla el miedo y muerde el alma de quien osa mirarlo.
Sus manos huesudas, rematadas en uñas negras y alargadas, dejan marcas en las paredes y en las puertas de las casas donde pasa.
Camina arrastrando los pies, envuelto en un silencio roto solo por el crujido de las hojas y el susurro del viento.
Cuando se aproxima, el aire se enfría, los perros callan y las luces parpadean. Algunos aseguran haberlo visto en los caminos de Épila, entre los olivares del Valdejalón o en los barrancos donde nadie se atreve a entrar de noche.
A veces se le confunde con una sombra o con un humo que toma forma humana.
El Zarrampaña no solo asusta: advierte. Es la voz antigua del pueblo, recordando que hay fuerzas que no deben despertarse, y que el respeto a los muertos, al monte y a la noche, sigue siendo ley en la tradición aragonesa.

🌿 El doble sentido de “Zarrampaña”
1. 👹 Como figura mítica o espíritu: En el folclore oral de Épila y del Valdejalón, el Zarrampaña se presenta como un ser oscuro que aparece por las noches, asusta, castiga o “entra en el cuerpo” de quien se atreve a provocarlo.
Se decía que cuando una persona caía enferma de repente, sobre todo con fiebre, escalofríos o delirio, “le había entrado la zarrampaña”.

En ese sentido, el personaje se personifica: la enfermedad tiene espíritu propio.
2. 🤒 Como expresión popular en Aragón, sobre todo en zonas rurales, se ha usado y aún se oye decir:  “Le ha dado la zarrampaña” ó “Parece que trae la zarrampaña encima”
para referirse a una indisposición fuerte o repentina, tipo gripe, temblores o incluso un ataque de nervios.

También se aplica figuradamente a personas desaliñadas o con mal aspecto: “Viene hecho un zarrampaña” = viene sucio, destemplado, como enfermo.

3. 🌬 En la cultura popular en los pueblos, las fiebres y males repentinos se interpretaban muchas veces como castigos del aire o de los espíritus (“aires malos”, “males de ojo”, “sustos”), y el Zarrampaña encajaba en esa categoría:
un espíritu que entra por el aire y provoca dolencias.
Algunas versiones recogidas en los años 70 y 80 en Épila y Almonacid de la Sierra mencionan que los rezos, el laurel o el humo de ruda servían para “echar fuera la zarrampaña”.

El Zarrampaña era dos cosas a la vez: 💀 Un espíritu o figura mítica del miedo. 🤒 Una forma popular de nombrar la fiebre, el mal cuerpo o las gripes fuertes, atribuyéndoles un origen sobrenatural.

📚 Fuentes completas del Zarrampaña
 
📖 Referencia completa recomendada

> Pérez Casas, Jesús Ángel, y Manuel Ballerín Aured. “Noticias etnológicas recogidas en la villa de Épila.”
En Actas del I Congreso de Aragón de Etnología y Antropología, Zaragoza, 1979. Gobierno de Aragón / Instituto de Etnología y Folclore.

🪶 Importancia de esta fuente Constituye una de las primeras recopilaciones sistemáticas de tradiciones orales Épilenses.
Aporta testimonios de vecinos que hablaban aún de figuras como el Zarrampaña, prácticas de brujería y exorcismos populares.
Es una fuente primaria para cualquier investigación o divulgación sobre el patrimonio inmaterial de Épila y del Valdejalón.

1. Tradición oral del Valdejalón (Épila, Zaragoza)
Relatos transmitidos por vecinos mayores, conservados en reuniones, fiestas y veladas.

2. Jerónimo Borao — Diccionario de voces aragonesas (1859)
Contiene vocablos como zarramplón o zarrampuzo, posiblemente origen lingüístico del nombre.

3. Recopilaciones contemporáneas de leyendas aragonesas

Cuentos y leyendas de Aragón (J. A. Labordeta, Á. de Irisarri, M. Benito Moliner), que documentan espíritus y apariciones rurales similares.

4. Asociaciones culturales y vecinales del Valdejalón

Publicaciones y actos de divulgación recientes (especialmente en torno al Día de Ánimas y el patrimonio inmaterial local).


🔥 Yo vi pasar a la Zarrampaña
Mira, hijo… aquí, entre las calles viejas y los Cabezos del pueblo, pasan cosas que no siempre se cuentan.
No lo digo por asustarte, sino porque yo lo he visto con estos ojos y lo he oído con estos oídos.
Cuando el cierzo sopla fuerte, tan fuerte que parece que se lleva el alma del aire, el pueblo entero se encoge. Y es entonces, justo entonces, cuando se dice que despierta la Zarrampaña.

Mi abuela siempre lo decía: “Calla, niño… que viene la Zarrampaña con los dientes de caña.”
Nadie sabía bien quién era. Algunos contaban que fue mujer, una que se perdió hace siglos entre las cuevas de los Cabezos, donde todavía resuena su lamento si te atreves a escuchar. Otros decían que no tiene cuerpo, que es solo un aliento helado que se cuela bajo las puertas y deja a la gente con fiebre,tos y gripes durante días.

Pero no era la única.
En este pueblo siempre ha habido cosas raras, espíritus y sombras que se mueven cuando cae la noche.
Hubo un tiempo en que los médiums no trabajaban los viernes, porque se decía que ese día los espíritus andaban sueltos, vagando por las calles, libres de toda atadura.
“Es mejor no llamarlos”, decía el padre Mateo. “Porque vendrán… y no querrán irse.”
Yo era muchacho cuando oí hablar por primera vez del espíritu burlón, ese que hacía rodar a las mujeres cuando iban cargadas con los cántaros o los capazos del horno.
A mi tía le pasó, te lo juro. Cayó sin saber cómo, y al levantarse, los cacharros habían desaparecido.
Al día siguiente los encontró todos juntos en el poyo del corral, como si alguien los hubiera escondido solo por juego.
“Ese no hace daño —decían las viejas—, pero le gusta que se acuerden de él.”
Por eso, para protegerse de todo eso, la gente llevaba una medalla de la Virgen del Pilar o de Rodanas, y una bolsita de ruda seca bien guardada entre la ropa.
Era la forma de espantar lo malo, de mantener lejos a los espíritus y a las malas lenguas del viento.
Yo aún la llevo, ¿ves? —(el anciano levanta una pequeña bolsita atada con hilo rojo)—. Me la dio mi madre, y su madre antes que ella.

Así que, cuando el cierzo sople esta noche y oigas las contraventanas temblar, no te asomes a la ventana.
Hazme caso. Porque entre las sombras de las calles y los cabezos todavía se oye una voz que dice bajito, muy bajito: “Que viene la Zarrampaña… con los dientes de caña.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario