lunes, 13 de abril de 2020

Semana Santa en Épila. Encierro del Alcalde de Épila


Tradición Única en España,el encierro del alcalde proviene de una prerrogativa otorgada por la institución de la Iglesia en 1633. Cuentan que, por entonces, llegó hasta Épila un visitador de la Diócesis de Zaragoza, el “Doctor Joseph Alegre, Tesorero y Dignidad de la Santa Iglesia Metropolitana”. Y quedó tan satisfecho por el estado de conservación, el cuidado y el buen uso que hacían los epilenses de las propiedades eclesiásticas, que decidió otorgar al máximo representante del poder civil un privilegio único.

Por aquel tiempo, todavía no existían las figuras de los alcaldes y concejales. El poder municipal lo ostentaba el Justicia o juez, máxima autoridad y cabeza del concejo. En realidad, lo que hizo el representante de la Iglesia fue otorgar a los ciudadanos, en la figura de su representante, una de las más altas misiones que podía recaer sobre los sacerdotes. Ejemplificaba un acto de confianza máxima, de unión entre lo divino y lo humano.

Se enmarca en una de las fiestas más importantes para la fe cristiana, el Jueves Santo. Está relacionada con una de las más antiguas tradiciones católicas, según la cuál, en la misa del Jueves Santo, el celebrante consagra el doble de hostias. Unas se consumen en ese momento, pero las otras, como el ritual católico señala que durante el Viernes Santo no se puede consagrar porque no se celebra misa, se llevan en procesión solemne y se reservan en el sagrario del monumento hasta el día siguiente.

Se entiende que esas hostias, una vez consagradas, son el Cuerpo del Señor. Por lo tanto es obligatorio tratarlas con especial respeto y adoración. De hecho, la ceremonia de depositar el Cuerpo del Señor con la solemnidad que ahora se practica, bajo palio, sirve para que los fieles consideren las angustias y trabajos que padeció Cristo del Jueves al Viernes Santo.

Por el privilegio otorgado siglos atrás, en Épila, una vez que las hostias están a buen recaudo en el interior del sagrario, el sacerdote oficiante pone la llave que lo cierra en manos del alcalde. Más exactamente se la cuelga al cuello, mientras el primer edil está postrado de rodillas. A su alrededor, los concejales y otras autoridades de la localidad son testigos, vela en mano, de la cesión de esa responsabilidad: queda en manos del poder civil la custodia de lo sagrado.
Fotografia de momentos antes de entregar la llave.
Como rezan los archivos, ese privilegio de 1633 daba exactamente “licencia al Vicario para que el Jueves Santo pueda entregar la llave del Arca adonde pone al Santísimo Sacramento al Justicia de la Villa”.


Es a partir de aquí cuando comienza la parte que da título a la tradición: el encierro del alcalde. En algún momento desde la cesión de aquel privilegio se decidió que el alcalde debía pasar la noche a buen recaudo, protegido tras los muros de su domicilio.

En cuanto concluye el oficio religioso, conocido como “Cena del Señor”, el alcalde sale del templo acompañado en comitiva por otras autoridades civiles y religiosas.

Se dirige a su domicilio recorriendo las calles de forma simbólica, con la llave del sagrario colgándole del pecho. Una vez allí, ofrece a los que le han acompañado un vino acompañado de todo tipo de viandas antes de cerrar las puertas para cumplir con el encierro.

La misma comitiva que ha acompañado al alcalde hasta su casa la tarde del Jueves Santo, volverá durante la mañana del Viernes Santo para sacarle de su encierro. Emprenderán de nuevo el camino hacia la iglesia Santa María la Mayor, aunque recorriendo previamente las otras dos iglesias de la localidad. En el Templo principal, al final del camino y antes del comienzo de los actos religiosos, devolverá las llaves del sagrario al párroco.
Momento en el que se le cuelga la llave al Alcalde. 
Fotografia del 28 de Marzo 2024.

-Nos cuenta Raúl Francisco Sebastián Solanes:  Preciosa tradición y bello tapiz de San Pedro de Arbués, colegial en el Real Colegio de España en Bolonia.
Nos cuenta Chesús Giménez Arbués:  Pero el Justicia no era el alcalde. El Justicia era un cargo de policía y su misión sería ser justicia y juez ordinario de la villa. La verdadera cabeza visible del Concejo de Épila sería el Jurado primero o mayor, como la cabeza visible del Concejo de Zaragoza era el Jurado en Cap y en Huesca/Uesca el Prior de Jurados o Jurado en Cap, como también se le llegó a denominar.
-Nos cuenta nuestro Vecino Javier Mo. Bos; Zaragoza 17 de marzo de 1823.
Orden del ministerio de Gracia y Justicia.
"..a pesar de los decretos vigentes contra los derechos feudales, continua todavía en algunas iglesias de España la práctica abusiva de poner al cuello a las personas seglares las llaves del Reservado en los días de jueves y viernes santo...·
"... queda abolida generalmente dicha práctica..."

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