De vez en cuando se observan escobas de bruja en las copas de los Pinos como este de la imagen que esta en Rodanas. Se trata de una ramificación anómala, muy densa y enana, a partir de un punto de la rama, una biomasa vegetal concentrada en la que el tamaño de todas las partes se ha reducido. Observada la escoba de bruja a distancia puede parecer una mata parásita de muérdago sobre el pino, pero en seguida se aprecia que el muñón está hecho del propio pino prolíficamente ramificado con tamaños enanos.
La escoba de bruja de los pinos, además de las hojas cortas, puede tener también piñas en miniatura. Los pequeños piñones de estas piñas son viables; de ellos nacen pinos de crecimiento lento y tamaño pequeño, bonsáis naturales. Esta herencia pone sobre aviso de que las escobas de bruja deben tener algún componente genético.
Durante siglos, el motivo de estas deformaciones tumorales ha constituido un misterio, por lo que no es raro que se denominen popularmente escobas de bruja. Hasta hace pocos años no se conocía su desencadenante: un organismo procariota a mitad de camino entre los virus y las bacterias, algo más complejo que los plásmidos que infectan las bacterias, y que se ha convenido en denominar fitoplasma o plásmido vegetal. Un fitoplasma se reduce a una secuencia de DNA del tipo que poseen los procariotas, que contiene unos pocos genes codificadores, envuelta por una membrana pero no por una pared celular como las bacterias, y que sólo se mantiene en el interior de células vegetales donde puede replicarse. Un fitoplasma o plásmido vegetal puede incorporarse a un cromosoma de la célula vegetal y alterar sus funciones, igual que un plásmido puede incorporarse al material genético de una bacteria. Un fitoplasma es uno de los organismos vivientes más pequeño, que no ha podido ser caracterizado hasta que se han desarrollado las modernas técnicas de genética molecular.
Los fitoplasmas se instalan en las células del floema por donde circula la savia elaborada de las plantas. Parece que la infección se transmite principalmente por picadas de insectos chupadores, como las Cigarras que chirrían en verano en los pinares de pino carrasco.
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